Dilema de Ciudadanía para Haitianos

Protesta en Times Square contra la decisión del Tribunal Constitucional dominicano.
(Photo: Haitian Diaspora for Civic and Human Rights)

Por Laura Guerrero

¿Qué harías si al comenzar los trámites para obtener una partida de nacimiento, descubres que tu país ya no te considera uno de sus ciudadanos?

Este es el dilema en el que se encontrarían miles de ciudadanos dominicanos de ascendencia haitiana, debido a la aprobación reciente de la nueva Constitución. El documento, aprobado por el Tribunal Constitucional de la República Dominicana, estipula que un ciudadano es aquel individuo nacido dentro de los límites de su territorio, con la excepción de “hijos e hijas nacidos de extranjeros y personas que viven allí ilegalmente”.

Esta figura es una modificación drástica a la anterior Constitución, la del año 2002, que consideraba suficiente que un individuo naciera en territorio dominicano para gozar de los beneficios de la ciudadanía, sin importar la procedencia o la situación legal de sus padres.

La Oficina de Derechos Humanos de la Naciones Unidas ya se ha pronunciado sobre los defectos y las posibles repercusiones de una ley que “podría privar a miles de seres humanos de su nacionalidad, siendo los afectados, en su gran mayoría, de ascendencia haitiana.” La ONU también denunció que esta norma podría convertirse en modelo e inspiración para otros gobiernos hostiles hacia una determinada etnia viviendo dentro de su territorio.

El embajador dominicano, Aníbal de Castro, declaró que los hijos de haitianos no se quedarían en el limbo de la no-ciudadanía.

El Tribunal Constitucional le ha dado un plazo de un año a la Junta Central Electoral para que genere una lista de todos los ciudadanos que serían afectados por la nueva Constitución. La lista podría abarcar casos que se remontan hasta el año 1929.

Desde que la decisión del Tribunal se hizo pública, ha ido creciendo una corriente popular opuesta a la nueva ley.

La Asociación de Estudios Haitianos, de la Universidad de Massachusetts, publicó un comunicado donde califica la decisión del Tribunal Constitucional como “indignante”. El comunicado añade que “la resolución viola principios que incluyen, entre otros: el del debido proceso para negar un derecho a las personas sin causa probable; el carácter no retroactivo de una ley que perjudica al individuo; el carácter vinculante de las decisiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y el derecho que tienen los niños a una identidad.” La Asociación también “exige que el Parlamento de la República Dominicana incorpore una ley que contrarreste los efectos de esta reforma constitucional.”

Milagros Ricourt, profesora de Estudios Latinos y Portorriqueños en Lehman College, brinda su experiencia personal al discutir el tema: “Mi madre nació en el 1929. Ella, con sus hijos, sus nietos y sus bisnietos somos cuatro generaciones dominicanas. Imagínate si mi mamá, descendiente haitiana, hubiera sido considerada una persona “en tránsito”. Significaría que, según la Constitución, el gobierno dominicano tendría el derecho de arrebatarnos nuestra ciudadanía. Es una locura. Supongo que una medida así  violaría varias leyes del Derecho Internacional.”

Geralda M. Laurent tiene un hermano y primos que serían afectados. (Foto: Anugya Chitransh)

Sin embargo, Ricourt añade: “Lo positivo es que dos integrantes del Tribunal Constitucional se opusieron rotundamente a esta ley. Es la primera vez en la historia que se percibe una clara división entre la opinión pública dominicana acerca del tema haitiano.”

La Profesora Ricourt, cuya investigación se enfoca en las relaciones entre los haitianos y dominicanos dentro de la isla Hispaniola, añade: “Los periódicos están divididos; no todos están de acuerdo con la decisión.” Menciona como ejemplo un artículo titulado Se impone la solidaridad del periodista Juan Bolívar, publicado en Acento un periódico electrónico que sirve a la comunidad dominicana. Allí, Bolívar denuncia la injusticia del fallo del Tribunal. Entre los comentarios de los lectores, que se publican al final del artículo, 16 están a favor del fallo y 14 en contra. Ricourt califica esta división de opiniones como un fenómeno sorprendente: “demuestra que estamos divididos. Algunos todavía creen en el discurso antihaitiano repetido durante varias generaciones (se ha dicho que los haitianos secuestran a los dominicanos para esclavizarlos en Haití, que son brujos, etcétera) Pero nadie ha terminado de responder a la pregunta más importante: ¿Por qué tanto odio hacia los haitianos?”.

Ricourt dice que el rechazo contra los haitianos  puede ser rastreado hasta los años previos a la creación de Haití, cuando aquella nación era aún una colonia francesa y República Dominicana era una colonia española. Menciona como un ejemplo importante del discurso de intolerancia, la postura de un prestigioso escritor del siglo 19: José Gabriel García. “¿Por qué odiar tanto a otra nación? La razón no puede ser que ellos sean negros, porque los dominicanos también lo somos,” dice Ricourt.

Ricourt no puede evitar señalar ironía acerca de la fecha en que la nueva Constitución ha sido aprobada. “Alrededor del 23 de septiembre, la misma fecha de 1937 en que empezó la masacre de los haitianos.”

Ricourt se está refiriendo a esa decisión histórica que los dominicanos conocen como El corte: “De 10 mil a 20 mil haitianos fueron asesinados entre septiembre y octubre de 1937. Fueron acuchillados. Como algunos dominicanos también son haitianos, se les exigía que pronunciaran la palabra perejil. La r en francés se pronuncia muy distinto que en español. Así identificaron al ‘dominicano’ y al que no lo era. Quienes pronunciaron perejil con la r en francés fueron asesinados. Fue un genocidio. Ahora los dominicanos volvemos a aprobar una ley inhumana, en contra de nuestros compatriotas de ascendencia haitiana.”

Se realizaron protestas en Nueva York y se están organizando nuevas marchas. (Foto: Haitian Diaspora for Civic and Human Rights)

La paradoja histórica es que quienes autorizaron “El Corte” fueron dominicanos de ascendencia haitiana. “Rafael Trujillo tenía sangre haitiana–dice Ricourt–, el apellido de su abuela era Chevalier. ¿Y quién continuó con el odio? Joaquín Balaguer, cuya abuela también era haitiana. La madre de Balaguer era prima hermana de Ulises Heureaux, pero se quitó el apellido. Para finalizar, el último personaje en esta historia de odio es Leonel Fernández. Desde que llegó al poder ha seguido con el programa de las deportaciones.”

En las semanas posteriores al fallo del Tribunal Constitucional, muchas voces se han manifestado en contra. Una de ellas es la del periódico neoyorquino The Daily News. Además, en Facebook y en otras redes sociales se encuentran acaloradas discusiones acerca de este tema. Algunos de estos comentarios acompañan a un video colgado en YouTube: “Yo quiero que alguien me dé una explicación coherente, que me explique por qué un hijo de un haitiano nacido en territorio dominicano, no es dominicano. Qué lastima que quede una generación racista en República Dominicana”; o: “El pueblo haitiano no necesita el rechazo de su nación siamesa. El pueblo dominicano tiene que aceptar que Haití es nuestra nación hermana y necesita nuestro apoyo. Cuando Haití sufre, todos sufrimos ya que compartimo (sic) la misma isla. Al no hacerlo así, el pueblo dominicano es un pueblo hipócrita. Algo debe hacerse al respecto”.

También se encuentran opiniones que apoyan la legislación, como ésta: “…desde hace mucho tiempo los haitianos violentaron nuestras fronteras. En cada hospital dominicano, el 70 por ciento de los ingresados y parturientas son de origen haitiano, en las escuelas públicas ya no quedan butacas para los hijos de dominicanos. El 90 por ciento de los empleos de la construcción y la parte agrícola lo poseen los haitianos”.

Uno de los participantes en la protesta enseña una camiseta con personajes importantes de la historia haitiana. (Photo:Anugya Chitransh)

Recientemente se realizó una protesta frente al consulado dominicano en Times Square. Algunos de los presents expresaron su descontento frente al fallo constitucional. Geralda Laurent, cuyo hermano y primos viven en la República Dominicana, declaró que a causa de esta ley ellos serían envíados a Haití. La activista Merrit Gelfand Claude, presentó un caso distinto. Ella ha adoptado hace poco una pareja de niñas dominicanas, que “no tendrán ciudadanía porque sus padres son haitianos”.

En una carta al editor del periódico New York Times, Aníbal de Castro, el embajador de la República Dominicana, declara que: “el gobierno dominicano está al tanto de la difícil situación de los hijos de inmigrantes ilegales haitianos, nacidos en el país y que requieren documentación. Eso, sin embargo, no los convierte en niños sin nacionalidad. Tal como su artículo dice, la constitución haitiana les otorga ciudadanía a todos los hijos de padres haitianos nacidos en cualquier lugar del mundo. Cada caso será examinado exhaustivamente y será sometido al proceso judicial que corresponda. Las especulaciones que he oído, acerca de deportaciones masivas, no tienen fundamento”.

Un importante porcentaje de la opinión pública dominicana rechaza la ley.
(Foto: Haitian Diaspora for Civic and Human Rights)

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